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La batalla de Sarandí.


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La batalla de Sarandí.

Luego del desembarco de los Treinta y Tres en la playa de la Agraciada, el 19 de abril de 1825, reforzado con milicias Lavalleja y sus hombres obtuvieron varios éxitos. El 24 de abril tomaron la población de Soriano, el 2 de mayo la ciudad de Canelones, el 8 de mayo establecieron el sitio a la ciudad de Montevideo y el 18 de agosto sitiaron Colonia. La batalla de Rincón, victoria obtenida por Rivera el 24 de setiembre contra las fuerzas brasileñas comandadas por Mena Barreto, significó un importante revés para las fuerzas brasileñas que ocupaban Montevideo, bajo el gobierno del Barón Carlos Federico Lecor. Las pérdidas fueron muy importantes en bajas de soldados, armamento, y sobre todo por los cerca de 8.000 caballos que Rivera ocupó en ese combate.

En consecuencia, inmediatamente que la noticia fuera conocida, se organizó en Montevideo la salida de un cuerpo de tropa de alrededor de mil hombes, al mando del Cnel. Bentos Manuel Ribeiro, con el plan de unirse al ejército que estaba en la campaña, comandado por el Gral. Bentos Gonçálves (se pronuncia “Gonzálves”) y que tenía una fuerza similar.

Enterado Lavalleja, que se encontraba en Durazno, de la salida de las tropas de Montevideo, trató de impedir que se unieran a las que bajo el mando de Gonçálves se desplazaban hacia el sur, desde las costas del Río Negro. El hostigamiento que Lavalleja intenta sobre la fuerza de Gonçálves no tiene éxito, de modo que finalmente ambos ejércitos brasileños lograron reunirse.

En un gran esfuerzo, Lavalleja pudo reunir un contingente de número similar al brasileño, y enfrentó al ejército brasileño en las puntas del arroyo Sarandí, terrenos actualmente en jurisdicción del Departamento de Florida, el 12 de octubre de 1825.

El ejército oriental estaba compuesto por tres cuerpos, el de la izquierda comandado por Rivera que venía de vencer en Rincón, al centro los comandados por Manuel Oribe, y a la derecha el grupo al mando de Pablo Zufriategui, que había desembarcado con Lavalleja en la playa de la Agraciada.

Según los relatos, al amanecer ambos ejércitos se encontraron enfrentados. Los brasileños iniciaron el ataque, a caballo, avanzando en tropel y al galope tendido hacia los soldados de Lavalleja.

Al acercarse, Lavalleja dio a su ejército la orden de atacar en la misma forma, con su célebre voz de “carabina a la espalda y sable en mano”.

El combate se trabó en un feroz entrelazamiento de ambas fuerzas a caballo, en un cuerpo a cuerpo donde el sable fue el arma predominante. El ejército brasileño fue poco a poco dominado, y finalmente se batió en retirada; siendo perseguido a la desbandada por los combatientes orientales, por una distancia mayor de dos leguas.

Como consecuencias de esta batalla, primeramente todo el centro de la campaña oriental quedó dominada por los orientales. Por otra parte, la victoria obtenida tuvo importante repercusión en Buenos Aires, donde el gobierno enfrentó requerimientos de prestarles apoyo.

Como consecuencia de ello el Congreso de Buenos Aires aprobó el 24 de octubre una Ley de Incorporación de la Banda Oriental a las Provincias Unidas del Rio de la Plata, con el nombre de Provincia Cisplatina.

De todos modos, el ejército brasileño retenía el dominio del nordeste, lo que le permitía mantenerse en contacto con su territorio metropolitano.

Por tal motivo, se llevaron a cabo acciones para tratar de dominar esa zona, lo que permitió que el 31 de diciembre de 1825 los hombres al mando del Cnel. Leonardo Olivera lograran ocupar la Fortaleza de Santa Teresa, situada en el Depto. de Rocha, cerca de la actual frontera con el Brasil, desalojando de ella a la fuerza ocupante.

A partir de ello, las fuerzas brasileñas solamente ocupaban las ciudades sitiadas de Colonia y Montevideo.




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