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       Historia del Uruguay independiente en el Siglo XIX

Segunda Presidencia: Oribe
El nacimiento de las “divisas”


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La Presidencia de Oribe | Conflictos de Oribe y Rivera | Carpintería: nacimiento de las “divisas”

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La Presidencia de Oribe

Rivera fue sucedido en la Presidencia por Manuel Oribe, quien había sido hombre de confianza de Lavalleja en las luchas de la independencia; aunque no lo había apoyado en sus últimos intentos de sublevación. Pero Rivera permaneció con una fuerte cuota de poder, ejerciendo el cargo de Comandante General de la Campaña en el cual había sido designado inmediatamente de cesar como Presidente, por su sucesor en la Presidencia interina. De hecho, Oribe era la autoridad constitucional en Montevideo, pero Rivera mantenía su poder político y militar en el interior del territorio.

Oribe encontró una situación muy dificultosa en la Hacienda Pública. En abril de 1835, declaraba que los cofres del Erario se encontraban vacíos, y que las rentas impositivas habían sido afectadas por anticipado, en garantía de deudas contraídas por el Estado, que alcanzan un monto de enorme peso para el Tesoro. Por una parte, el Ministro de Hacienda Juan María Pérez dispuso emitir Bonos del Tesoro para conseguir dinero de inmediato, establecer impuestos sobre la actividad industrial y comercial y sobre la propiedad inmueble, y reducir en un día cada seis meses los sueldos de los empleados públicos.

Por otra parte, se inició una revisión de las cuentas del Gobierno de Rivera, a cargo de la “Comisión de Cuentas” del Poder Legislativo; y se dictó un decreto de amnistía en beneficio de los partidarios de Lavalleja que se habían sublevado contra Rivera. La Comisión que investigó la administración del gobierno de Rivera, determinó prontamente que durante su gobierno habían existido importantes irregularidades y fraudes en perjuicio del Estado.

Rivera, desde su cargo de Comandante General de la Campaña, se quejó a Oribe por esas actividades, al tiempo que intensificaba sus contactos con caudillos riograndenses; lo cual trajo aparejadas a Oribe dificultades diplomáticas con el Gobierno de Brasil. Por otro lado, las crecientes relaciones de Rivera con los argentinos unitarios emigrados de Buenos Aires — encabezados por el Gral. Juan Lavalle — resultaban muy molestas a Oribe, debido a sus estrechas relaciones con el Gobernador Juan Manuel de Rosas.

En junio de 1836, Oribe creó una nueva unidad militarizada, la Guardia Nacional, con vistas a disponer de una fuerza armada separada del Ejército; y que pocos años después desempeñaría un papel importante en los hechos políticos nacionales.

También adoptó Oribe algunas medidas que significaron un importante progreso en el desarrollo del país. Se establecieron las cátedras de Derecho Civil, de Matemáticas y de Teología; creándose el 27 de mayo de 1838 la Universidad Mayor de la República. En junio de 1837 había creado con parte del Departamento de Paysandú, los nuevos Departamentos de Salto y Tacuarembó; así como, con parte del Departamento de Maldonado, el Departamento de Minas, luego denominado Departamento de Lavalleja.

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Conflictos de Oribe y Rivera

Con motivo del estallido de un movimiento separatista en Río Grande del Sur — cuyos cabecillas estaban estrechamente vinculados a Rivera — Oribe consideró del caso ponerse al frente del Ejército y marchar hacia la incierta frontera, para asegurarse de que los revolucionarios brasileños no se infiltraran en nuestro territorio. Pero pasado el alzamiento se mantuvo allí; con lo cual Rivera consideró que había pasado por sobre su autoridad de Comandante General de la Campaña. Naturalmente, Rivera volvió a protestar; a lo cual Oribe respondió con cierta ironía, que su acción había tenido por objeto liberar a Rivera de toda sospecha de que estuviera vinculado con los opositores a su Gobierno como algunos trataban de hacer creer, a pesar de que él estaba seguro de su lealtad.

Pero entonces, cediendo a instancias de Juan Manuel de Rosas, Oribe ordenó clausurar un diario de los unitarios argentinos — manifiestamente amigos políticos de Rivera — que se editaba en Montevideo, llamado “El Moderador”; medida que volvió a motivar una protesta de Rivera. En réplica, Oribe suprimió el cargo de Comandante General de la Campaña; lo cual Rivera, sorpresivamente acató, retirándose a su estancia del Durazno.

Sin embargo, cuando se publicaron las conclusiones de la Comisión que había investigado la administración de Rivera, y Oribe restableció la Comandancia General de la Campaña designando para ocuparla a su hermano Ignacio, Rivera se levantó en armas; dando comienzo a la revolución del 18 de Julio de 1836. Lo que comenzaba como una lucha entre caudillos, terminaría convirtiéndose en la conflagración internacional de la Guerra Grande.

Algunos historiadores sostienen que, por encima de las tensiones personales entre Rivera y Oribe, actuaron las presiones del Gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, sobre el Presidente, para que pusiera fin a las actividades de los unitarios que en el Uruguay conspiraban contra él; en tanto que éstos apoyaban a Rivera y le instaban a que tomara el poder y declarara la guerra a Rosas. Por su parte, los caudillos separatistas de Río Grande del Sur — opuestos al centralismo imperial brasileño — consideraban a Rivera un potencial aliado. Y, del mismo modo, las actitudes extremadamente nacionalistas de Oribe disgustaban a Inglaterra, Francia y EE.UU., que consideraban a Rivera un posible gobernante más amistoso.

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El combate de Carpintería: el nacimiento de las “divisas”

Cuando Rivera se alzó en armas en el Durazno, fue inmediatamente apoyado por el jefe de los unitarios exilados en el Uruguay, el Gral. Juan Lavalle; a quien Oribe guardaba gran enemistad por haber hecho fusilar a su amigo, el principal caudillo federalista Manuel Dorrego.

Rosas no demoró en enviar tropas en apoyo de Oribe. Las comandó el Gral. Juan Antonio Lavalleja, al frente de unos 3.000 hombres. Oribe le restituyó sus grados militares y bienes, que le habían sido confiscados por el gobierno de Rivera.

Los ejércitos al mando de Oribe y Lavalleja se enfrentaron a las tropas de Rivera y Lavalle en las costas del arroyo Carpintería, en el Departamento de Durazno, el 19 de setiembre de 1836.

Oribe dispuso que, en esa batalla, sus tropas se distiguieran mediante una vincha blanca, en la cual inscribieron el lema “Defensores de las Leyes”; que Oribe había establecido por un decreto del 10 de agosto de 1836, como distintivo para todos los militares, policías y empleados públicos. Por su parte, Rivera ordenó que sus hombres usaran como distintivo una vincha hecha con el forro de los ponchos, que era de color rojo. Desde ese momento, los partidarios de Oribe fueron los “blancos”, y los de Rivera los “colorados”.

Las tropas de Oribe se impusieron rotundamente en la batalla de Carpintería; y Rivera huyó a refugiarse una vez más en el Brasil. Allí recibió el apoyo de los caudillos Bentos Gonçalvez y Bentos Ribeiro - que a la sazón regían en Río Grande del Sur la escindida “República de Piratiní” - con lo cual volvió a invadir el Uruguay atravesando el río Cuareim.

Primero logró vencer a las fuerzas de Oribe en el combate de Yucutuyá de octubre de 1837, para luego ser derrotado en las costas del río Yí el 21 de noviembre; pero finalmente se impuso en forma definitiva a las tropas comandadas por Ignacio Oribe, en la batalla de Palmar, el 15 de junio de 1838.

La escuadra francesa al mando del Almirante Leblanc, que había estado operando en los ríos de la mesopotamia argentina, y se había apoderado el 11 de octubre de 1837 de la isla Martín García, frente a Colonia y a Buenos Aires; se dirigió a Montevideo.

Ante la presencia de la escuadra francesa en Montevideo, apoyando a Rivera, Oribe dirigió a la Asamblea General una comunicación en la cual, sin presentar renuncia, mencionó que “resignaba” su autoridad en ella, y solicitaba una licencia temporal; luego de lo cual se dirigió a Buenos Aires donde el 19 de octubre de 1838 fue recibido por Juan Manuel de Rosas como Presidente del Uruguay.

Rosas ofreció a Oribe el comando de los Ejércitos de la Confederación Argentina, para que a su frente, invadiera el Uruguay y recuperara la Presidencia. Prontamente comenzaría la Guerra Grande.

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El 19 de noviembre de 1836, en la batalla de Carpintería, nacieron las “divisas” blanca y colorada.

En los años inmediatos, las divisas representaron una expresión de división política que aparejó graves consecuencias; siendo una de los factores presentes en la contienda de la Guerra Grande. Y luego de eso, la política estuvo signada por el esfuerzo por hacer desaparecer esas divisiones y alcanzar una unión política de todos los orientales. Sin embargo perduraron; y adquiriendo nuevos contenidos, distiguieron a los dos partidos que en adelante habían de pautar la vida política del país.

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